
El fuego
Una metáfora en la memoria colectiva del Éxodo Jujeño
La conmemoración del Bicentenario del Éxodo Jujeño dio lugar a un debate sobre cómo realmente ocurrieron los hechos de agosto de 1812 y cómo los elaboró el pueblo jujeño a través de su memoria colectiva, una de cuyas expresiones más populares es la “Marcha Evocativa”.
El triste camino hacia lo desconocido, dejando todo en pos de las necesidades de una Patria recién nacida a punto de fenecer en manos del cruel poder colonial, es la imagen central de un mito, entendido éste no como historia inexacta en el sentido positivista sino como significado que implica a personajes de proporciones heroicas. (1) Hombres, mujeres y niños a pie o en carretas, cargando animales y bultos, dice el relato de la memoria “oficial”- dejan atrás la ciudad de Jujuy, cumpliendo el bando de “tierra arrasada” del general Manuel Belgrano ante la invasión realista que se propone aplastar el movimiento revolucionario.
El análisis del mito a la luz de la historia académica actual, arrojó entre otras cuestiones, que contrariamente a lo que dice la memoria colectiva, durante la retirada de militares y civiles del Éxodo de 1812 “no se quemó nada” ni en la ciudad ni en los campos, pues en ese momento del año, caluroso, ventoso y proclive a las heladas, los campos de Jujuy no tenían qué quemar. Esta tesis, que fue planteada inicialmente por Vicente Cicarelli, sostenía que “nada se arrasó ni quemó, ni quedó un solo viejito tocando la campana” (2).
La doctora Viviana Conti (3) en su investigación sobre el Éxodo de 1812 sostiene que a la salida de los vecinos jujeños, no se destruyó ni quemó ninguna propiedad civil o municipal, ya que Belgrano había previsto un “retroceso ordenado” y sólo se demolieron las instalaciones de la fundición de cañones que hubiera sido de utilidad para los realistas.
Además, la investigadora presenta un oficio de Belgrano al Gobierno de Buenos Aires datado el mismo día 23 de agosto, donde al informar sobre cómo se llevó a cabo la retirada, admite que no se pudo ejecutar en forma completa el procedimiento de “tierra arrasada” que le habían ordenado las autoridades porteñas. En esa comunicación, Belgrano afirma que ha tomado todas las providencias que estimó necesarias para dar cumplimiento a la orden, agrega que dio a los comerciantes todos los auxilios “que he podido para retirar sus haciendas y aunque les dije que quemaría todo lo que quedase fue ad terrorem para obligarlos a sacarlas”. Luego confía que le ha causado dolor “que no se haya podido arrastrar con todo, y VE puede creer que es una de las miras del enemigo adelantarse a esta provincia el proveerse de esos renglones de que carece”. De este documento surge que si bien no se pudo llevar a cabo la estrategia de tierra arrasada en forma completa, sí se hizo en parte.
Si el fuego no estuvo presente en los hechos de 1812, ¿por qué aparece en la Marcha Evocativa que desde 1957 encarna el recuerdo más vívido de aquel episodio?
Lo más probable es que la referencia al fuego haya salido del propio bando de Belgrano, que fue publicado íntegramente por Joaquín Carrillo en su “Jujuy. Apuntes de su Historia Civil” de 1877.
“Hacendados: apresuraos a sacar vuestros ganados vacunos, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras Estancias, i al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarandoos además si no lo hicieseis por traidores a la patria.
Labradores: asegurad vuestras cosechas estrayéndolas para dicho punto, en la intelijencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.
Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirnos e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, i además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, i a quien pertenezcan”.
Por otro lado, un dato que aporta una antigua familia jujeña asegura que el doctor Gabriel Cuñado, médico que llegó a Jujuy con la invasión de Pío Tristán en agosto de 1812, describió a la ciudad de Jujuy del momento del Éxodo como un lugar con una atmosfera irrespirable debido a la gran cantidad de fogatas que se habían encendido en los alrededores (4) y emitían grandes humaredas.
Los fundadores de la Marcha Evocativa” de 1957, que de acuerdo al testimonio de Mario Iturbe, se propusieron una reconstrucción de los hechos de la manera más fiel posible, incorporaron el fuego al escenario del Éxodo pero también con la intención de dar espectacularidad al recuerdo. “En terrenos del Colegio Nacional en el Parque San Martín, se realizó la quema simbólica de los ranchos para poder dar más color a la pintura que se estaba creando” (5), recuerda Iturbe.
Pero además, explica, la evocación se construyó con el asesoramiento del sacerdote Germán Mallagray, entonces párroco de la Iglesia Catedral, quien había realizado investigaciones sobre la participación de Jujuy en las luchas por la Independencia.
Ante todos estos elementos, entendemos que se pueden esbozar dos hipótesis. La primera, que si bien no se quemó ni destruyó la ciudad, la orden de eliminar las cosechas que está señalada en el Bando de Belgrano tiene un sentido y estaría referida a las cosechas de maíz, papas, trigo, cebada y alfalfa guardadas en “trojas” o en pozos, que para ser destruidas requerían del fuego. Se trataba de cosechas obtenidas en los meses anteriores a agosto, época en la que –por otro lado- a pesar de las condiciones climáticas adversas, algunos cultivos como la papa y el trigo, todavía se encontraban en los surcos. Manuel Belgrano, activo fisiócrata y profundo conocedor de la agricultura de la época, no habría ordenado retirar cosechas que no existían.
Una descripción bastante completa de las prácticas agrícolas de comienzos del siglo XX que no eran muy distintas a las de comienzos del siglo XIX, nos la ofrece el naturalista Eduardo Alejandro Holmberg (h) en su investigación agrícola sobre Jujuy (6), de donde hemos tomado las observaciones sobre el almacenamiento de las cosechas.
Una segunda hipótesis posible es que el fuego, elemento que según está documentado sí estuvo presente en otros momentos de la larga guerra por la Independencia, fue un recuerdo seleccionado por la memoria social y asociado a los hechos de 1812, con el que tuvo en común el dramático abandono de la ciudad ante la llegada de los realistas.
El fuego, de todos modos, sirve para recrear la destrucción aunque el elemento no sea mencionado expresamente. El canónigo Juan Ignacio de Gorriti en sus “Memorias” (7) dice, hablando de los resultados de las batallas de Tucumán y Salta, que “estas victorias me salvan pero el tratamiento que hicieron al edificio material de mi casa en el tiempo que ocuparon Jujuy desde septiembre del año 12 hasta fines de febrero del 13 dieron a conocer el que me hubieran hecho a mí, si caigo en sus manos” (8)
El fuego, a la vez bienestar y protección, muerte y destrucción, se convierte en una metáfora válida para rememorar las cuantiosas pérdidas humanas y materiales que sufrió el pueblo jujeño durante las luchas emancipadoras, así como el acuciante volver a empezar que signó aquellos tiempos.
Notas
1- BURKE, Peter: “Formas de Historia Cultural”, Alianza Editorial, Madrid, 2000.
2- CICARELLI, Vicente: “No fue un solo Éxodo”, en “Éxodo Jujeño – 200 años – 1812-2012”, compilación del Instituto Belgraniano de Jujuy, Imprenta del Congreso de la Nación, 2012.
3- CONTI, Viviana: “Éxodo Jujeño: 200 años”, segunda edición, Universidad Nacional de Jujuy y Secretaría de Cultura del Gobierno de Jujuy, Ediciones Culturales, Jujuy, 2012.
4- Testimonio de Marta Montalvetti, descendiente del doctor Gabriel Cuñado. Lamentablemente, el diario que escribió el doctor Cuñado se extravió del archivo al que había sido donado.
5- Testimonio del Dr. Mario Iturbe en “Memorias de la Marcha Evocativa”, libro en preparación. Iturbe fue uno de los organizadores de la conmemoración.
6- HOLMBERG, Eduardo Alejandro: “Investigación Agrícola en la Provincia de Jujuy”, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires, 1904. Reedición de la Universidad Nacional de Jujuy, 1988.
7- VERGARA, Miguel Ángel: “Papeles de Juan Ignacio Gorriti”, 1° edición, San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, Secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy, 2012.
8- El testimonio del canónigo Gorriti es un caso de memoria individual. El sociólogo francés Maurice Halbwachs sostuvo que son los individuos los que recuerdan en sentido literal, físico, pero son los grupos sociales los que determinan lo que es “memorable” y cómo será recordado. Ver BURKER, Peter: “Formas de historia cultural”, versión de Belén Urrutia, Alianza Editorial. S/D.